
EL EGO
Tenía pesadillas en las que cada vez que aparecía abriendo la boca, se despertaba gritando exaltado y empapado en sudor.
No era una pesadilla, era su ego que le acompañaba desde su interior y le devoraba cada vez que hablaba bravuconadas.
Tenía pesadillas en las que cada vez que aparecía abriendo la boca, se despertaba gritando exaltado y empapado en sudor.
No era una pesadilla, era su ego que le acompañaba desde su interior y le devoraba cada vez que hablaba bravuconadas.